miércoles, 1 de septiembre de 2010

Abducción

Una mañana, tras un sueño intranquilo desperté en medio de mi cama revuelta. Todo parecía normal, y aunque era habitual encontrarse tal desorden después de una pesadilla, la visión de algunos objetos extraños enredados entre las sábanas me llenaron de inquietud: Una cuchilla de afeitar brillaba bajo los débiles rayos solares que entraban por la ventana. Encima de la almuhada un cepillo de dientes me observaba inerte y bajo mi cuerpo noté una humedad inusual que me hizo incorporar de un salto. Allí donde había dormido, unas manchas verduzcas mojaban la ropa de la cama. Pero lo más inquietante fue comprobar que bajo los faldones de la cama asomaban lo que parecían los pies de un niño pequeño. Asustado me miré en el espejo. Mis ojos estaban hinchados, en piernas y brazos tenía marcas de dientes humanos y mi cuerpo estaba sucio, dolorido y con sangre seca en las muñecas y los tobillos. Entonces me pregunté si realmente había tenido una pesadilla o quizas había pasado algo terrible, quizas había matado a alguién. Solo recordando lo que había soñado podría encontrar la clave de todos aquellos indicios.

Soñé que un niño me comía. Ahora empezaba a recordar. Soñé que un niño me comía y yo no podía moverme. Estaba atado al cabezal y las patas de la cama con unas delgadas cuerdas de náilon por las muñecas y los tobillos. Seguramente el niño había trepado por la pared del edificio en silencio, como una araña, y entró por la ventana de mi habitación sigilosamente. Yo estaba medio dormido cuando noté que alguién me mordía un codo. Fue un dolor punzante, insoportable, que me hizo abrir los ojos asustado, entonces vi su cara. Era una cara que nunca podré olvidar. Con unos ojos desproporcionadamente grandes para las dimensiones de su cabeza, ojos azules sin pupíla, piel blancuzca, enferma, y dientes puntiagudos como alfileres. Pese ha ser un niño de cuerpo enclenque poseía una fuerza inhumana, casi sobrenatural. Debido a los mordiscos que me propinaba yo grité con desesperación pero de mi garganta no salía ni un solo sonido, era como si mis cuerdas bocales se hubiesen bloqueado. Por un momento el niño dejó de morderme y me miró sonriente, de sus ojos un haz luminoso me cegó por unos momentos, luego perdí el conocimiento.

Bajo una molesta luz observó una mosca que se quedo quieta sobre mi mano. Sus patitas me hacian cosquillas, pero curiosamente no podía espantarla, no podía mover ni un músculo, estaba petrificado. Tenía la sensación de haber estado asi durante muchas horas, me dolía todo el cuerpo y no reconocía donde estaba, así que me limite a esperar a que me dejara en paz y levantara el vuelo por sí sola. Pero la mosca no solo no se fue volando sino que se acerco peligrosamente a mis fosas nasales provocandome un gran estornudo.
¡Pero ¿Cómo te atreves?! – Me gritó con una voz demoniaca.
Yo no supe que contestar. Nunca antes había hablado con una mosca Seguramente en aquella pesadilla yo me había vuelto loco y tenía visiones.
- Sé que crees que estás loco, que una mosca no puede hablar.- el insecto rió como lo haría un ser humano, luego con un gesto horripilante le amenazó.- Pues estas equivocado, hemos venido a aniquilar a todos los humanos y a colonizar la tierra, ¿Que te parece?.
No podía creer lo que escuchaba, si almenos pudiese levantar la mano y aplastarla...
La mosca a pesar de ser diminuta y negra tenía rasgos humanoides que le daban un aspecto terrorífico: ¿Y si era todo real y no una pesadilla? ¿Y si todo aquello estaba pasando realmente delante de mis narices? La mosca se posó de nuevo encima de mi nariz y me miro. De sus miles de pequeños ojos surgieron unos hazes luminosos que me cegaron “Otra vez no” pensé luego volví de nuevo a la oscuridad.
Estaba agotado, un sopor negro planeó sobre mi cuerpo todavía inerte. Solo tenía fuerzas para entreabrir los ojos. Fué asi cuando vi un hombre en mi cuarto de baño, el extraño extendió pasta dentífrica en el cepillo de dientes y me miraba sin expresión alguna, con la mirada vacia, babeante, sin fuerza, como si de un autómata se tratara. Me dolía la cabeza, no entendía nada. Volvía ha estar de nuevo tumbado sobre la cama desde donde contemplaba el reflejo de aquel hombre en el lavabo, fue así como descubri su presencia. Él estaba en el cuarto de baño y gruñia entre dientes – Eres uno de los nuestros – repetía- eres uno de los nuestros- los ojos del hombre eran iguales a los del niño que hacia un momento me había mordido. Ojos enormes, azules, sin pupila. ¿Quienes eran?¿Que querían de mi? El hombre usaba el cepillo como si fuera una cuchara comiéndose la pasta de dientes complacido. - Ya eres uno de los nuestros- masculló expulsando espuma blanca de la boca - No puedes escapar.
El hombre cayó al suelo como un pelele, sujetando en su mano derecha el cepillo.
Su rostro me era familiar -¡Dios mio soy yo! Pensó angustiado, quería gritar pero sus cuerdas vocales no respondieron . un flash de luz surgió de la nada y perdió el sentido.
Por la mañana me desperté rn mi cama. Todo estaba en ordén, tal y como había dejado la noche anterior. Todo estaba bien, solo mi cuerpo estaba dolorido y mi cabeza trastocada, parecía que me hubiesen dado una paliza, pero tenía que ir a trabajar, asi que me levante y fuí al lavabo. Me lavé la cara, puse la radio y empecé a afeitarme normalmente.
- Radio Tele taxi. Son las 7 de la mañana del lunes 18 de octubre...
Subía y bajaba la brocha con la espuma brillante, lentamente intentando relajarme y olvidar mi pesadilla nocturna. Cogí la cuchilla y empecé a afeitarme con cuidado, pero no tanto como me parecía a mi, ya que accidentalmente me corté en el cuello de donde empezó a manar sangre verde.
Aquello me acabó de convencer de que la supuesta pesadilla no era tal ya que había dos cadaveres en mi casa. El niño se encontraba todavía bajo la protección de la cama y el hombre de la pasta de dientes me miraba con aquellos ojos sentado en un rincón del cuarto de baño. A pesar de mi angustía respiré hondo e intenté tranquilizar mi alma. Cerré los ojos y respiré cuatro veces profundamente. Al abrir los ojos todas aquellas visiones terroríficas habían desaparecido. Tenía que asumir mi nueva situación ¿En que me había convertido?¿quizas era una nueva espécie de zombi?,o ¿Quizas era una nueva especie de vampiro? Puse un dedo encima de la herida e impregne mi dedo con la espesa sangre que brotaba de mi cuello, luego la probe. Tenía el mismo sabor que la de toda la vida.
Al mirarme de nuevo en el espejo, y descubrí estupefacto que mis ojos habían cambiado, ya no tenían el mismo color marrón, sino que se habían convertido en unos ojos azules, sin pupílas. En unos ojos de enormes proporciones que deformaban mi cara. Eran unos ojos exactamente iguales a los que poseían mis visitantes de alcoba. ..
El zumbido de un revoloteo de alas sonó por toda la casa fuerte, el ruido era ensordecedor. Ese ruido provoco en mí el mismo efecto que antes lo había hecho la luz, y mi aturdimiento se convirtió en un calor insoportable, y el sopor me provoco de nuevo un desmayo.
No se cuanto tiempo estuve de nuevo inconsciente, solo sé que cuando empecé a despertar escuché ruidos extraños a mi alrededor, pero a pesar de mi curiosidad no me atrevía a abrir los ojos, no quería volver a encontrarme con visiones extrañas, me asustaba despertar en un lugar desconocido. No podría soportar otra vez una tensión como aquella.
La falta de visión me hizo agudizar el oído e intente captar cualquier ruido que me rodeara. Sentía mucho frío, estaba desnudo sobre algo metálico, y el tacto me resultaba muy desagradable. Podía sentir los dedos de los pies como colgando en el aire, sobrepasando lam estructura metálica donde estaba tumbado. Aunque permanecía con los ojos cerrados, era consciente de que una luz muy potente me bañaba todo el cuerpo. Esa era la única fuente de calor que me mantenía en tensión, ya que pensaba que si movía un solo músculo, aquella luz se convertiría en un rayo letal que me fundiría en fracción de segundos.
Mis párpados temblaban sin poder controlarlos, y mis extremidades empezaron a sufrir violentos espasmos. “ Dios Mío es el fín”. Pensé que todo había acabado y en parte, más que un sentimiento de angustia y miedo, sentí alivio. Y deseo que aquella tortura acabara. Si me había vuelto loco no quería vivir, por eso me armé de valor y esperé la muerte con resignación. Pero cual fue mi sorpresa al sentir unos pequeños golpecitos en los párpados. El tacto era como el de dos pequeños y fríos deditos urgaban curiosos, hasta que por fin los mismos los abrieron bruscamente.
Mis ojos se cegaron a causa de la luz anaranjada que se proyectaba justo encima de mi, por eso al principio no pude ver nada hasta que mis ojos se acostumbraron, y entre brumas pudo descifrar donde estaba y quien examinaba su cuerpo con tanto interés. Me sentía como una indefensa hormiguita observaba bajo los aumentos de una gigantesca lupa.

El mar estaba tranquilo aquella tarde, pero mi corazón latía como un caballo desbocado. Allí sentado en la arena miraba el mar azul ensimismado. La playa estaba vacia, solo me encontraba yo frente al mar tranquilo y liso como un plato. Cuando empezó a oscurecer todavía seguía sentado, esperando que sucediera algo. Sabía que yo estaba allí por algú motivo y no tardé en darme cuenta de que mi destino iba a cambiar en pocas horas. De entre la espuma surgió como un coloso, un artefacto metálico que chirriiante emergía lentamente. Parecía increíble que algo de tales dimensiones cupiese dentro del agua. Una vez todo el artefacto estaba fuera se abrió una compuerta de luz cegadora, y un sonido tenue y repetitivo me llamó, haciendo que mi mente y mi alma se desplazara hacía la obertura. Ese sonido repetitivo decía: Ya eres uno de los nuestros.Ya eres uno de los nuestros.

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